El ser de las Magütagüka

Las mujeres indígenas Tikunas o Magütagüka son tejedoras de cultura y tradición, son protectoras y cuidadoras del territorio. Originarias de las selvas de Brasil, Colombia y Perú, ellas no reconocen las fronteras.

Por: Vanessa Teteye Mendoza

A orillas del caudaloso río Amazonas se encuentra una de las aves más representativas de la selva: los mochileros o arrendajos. Los indígenas los llaman así por la forma que le dan a sus nidos, como alargadas gotas de agua. Las mujeres Tikunas o Magütagüka dicen que se identifican con estos pájaros, de plumajes de color negro y amarillo, porque con la misma rigurosidad y creatividad que tejen sus nidos, ellas tejen su hogar y su comunidad.

A la indígena Tikuna se le identifica por su clan y por su territorio, que para ella son sagrados. El territorio es el que le brinda todo para su canasta familiar, de allí construye la chagra o naáne, un espacio de siembra y a la vez de enseñanza y aprendizaje para sus hijos. La mujer Tikuna les habla, canta y aconseja a sus niñas y niños, mientras cultiva semillas de guamas, piñas, caimos y uvas. Entre sus cánticos, que pronuncia en lengua Magüta, les dice cada cuánto sembrar y cosechar. Ellas hacen lo que hoy el mundo llama la reforestación, cuidan el territorio, porque saben que la madre tierra es una gran bendición para la vida, y así preparan a las generaciones futuras.

Aunque a primera vista el río Amazonas pareciera dividir el territorio de las Magütagüka, porque sus aguas son los límites de Brasil, Colombia y Perú, para ellas sus afluentes son las venas que las unen y las comunican. Solo es cuestión de cruzar el río para llegar a otra comunidad. Una vez al otro lado, lo primero que pronuncian es numäe (un saludo en lengua nativa), después se pregunta por el clan, así saben si están hablando con una tía, una prima, una abuela o un posible pariente que recién llegó de alguna de las comunidades de los tres países.

El vivir en la triple frontera es tener tres modos de vida. Es aprender la lengua oficial de cada nación, español o portugués, y sus idiomas propios. También es aceptar la imposición de una división política y geográfica. Los Tikunas no reconocen las fronteras, se identifican como hermanos de un solo territorio, como hijos de Yoí e Ipi, sus creadores, según su cosmogonía.

Seis mujeres indígenas Tikunas de Colombia y Brasil, desde sus diferentes oficios como tejedoras, recolectoras, amas de casa, parteras, docentes y profesionales, cuentan sobre la esencia de ser Magütagüka.

Josiane Tutchiauna, 40 años, del clan Japó (Pájaros). Antropóloga de la Universidad Federal del Estado de Amazonas. Vive en Benjamin Constant, municipio de Brasil.

Josiane comenta que la “frontera es complicada para la mujer Tikuna en el sentido que se sufren muchos preconceptos (prejuicios) y discriminación”. Como líder del movimiento indígena Tikuna dice luchar a diario y no tener miedo para defender los derechos de su pueblo.

Foto: Pablo Albarenga.

Carmen Patricia Damancio Silva, del clan Arü (Cascabel). Docente de multigrado en la Institución José Antonio Galán de la comunidad San Francisco de Loretoyaco en el municipio de Puerto Nariño en Colombia.

Carmen dice que la mujer Tikuna “es supremamente única, en sus cantos, en sus sonrisas y dentro de ella se ve la armonía y la tranquilidad. El territorio es sagrado porque nosotras lo debemos todo al territorio, lo debemos valorar como riqueza y como beneficio para la mujer”.

Foto: Pablo Albarenga.

Gloria Vásquez Vargas, 25 años, Tikuna del clan Ngunü (Paujíl). En su comunidad San Martín de Amacayacu, del municipio de Puerto Nariño, Colombia, se dedica a proteger la selva. Hace parte de la Guardia Indígena Ambiental.

“Siempre me ha importado el medio ambiente, entonces quise ser parte de las personas que se preocupan por su territorio, como en estos momentos que se está viendo mucho lo de la contaminación a nivel mundial”.

Foto: Pablo Albarenga.

Honeira Cayetano Ahué, 63 años, del clan aí (Tigre). Vive en la comunidad de San Francisco, Puerto Nariño, en Colombia.

Dice que uno de sus sueños era recorrer los tres países y en uno de los viajes que hizo cuando joven a Perú, conoció al padre de sus quince hijos. “Todas las enseñanzas de mi madre, de la chagra, se las cuento a mis hijos en las noches. Las mamás indígenas les hablamos a nuestros hijos cuando sembramos y tejemos. Eso es lo que uno debe enseñar, todo lo que uno sabe, la experiencia, el pensamiento”.

Foto: Pablo Albarenga.

Katia Firmino, joven que vive en el territorio indígena Umariaçu 2, en Tabatinga, Brasil.

A pesar de las dificultades de ser una mujer indígena en frontera, dice no sentirse avergonzada de ser Tikuna: “Soy mujer Tikuna, no tengo pena de ser Tikuna. Orgullosa soy porque somos mujeres grandes. Orgullosa de ser mujer Tikuna”. Además, espera continuar practicando los saberes de la partería al igual que su madre Lourdes Firmino Araújo, líder de la comunidad.

Foto: Pablo Albarenga.

Betty Alexandra Souza Mozombite, 45 años, Tikuna del clan aí (Tigre). Vive en San Sebastián de Los Lagos, Leticia, Amazonas.

Es defensora de derechos humanos. Dice que las mujeres en zona de frontera son “hermosas, tienen una mistura de lenguas, de piel”, pero reconoce que también son vistas como algo “exótico”, por lo que son vulnerables y discriminadas. Betty también lidera grupos de víctimas en el departamento de Amazonas. Ella lucha para que las mujeres sean respetadas.

Foto: Edilma Prada.