Anmal burwa | Nuestro espíritu

Las mujeres Gunadule nos vestimos como la madre tierra. Nuestro tejido es colorido. Con pequeños retazos de telas e hilos, creamos caminos, paisajes y el mar ubicándolos en capas hasta elaborar la mola, tejido que para nosotras significa protección e identidad.

Por: Olowaili Green

Mi pueblo, mi nación es Gunadule. Es un pueblo que se conoce por sus tejidos como la mola (vestido tradicional), el wini (pulseras elaboradas en chaquiras que se usan en pies y manos), y por sus cantos terapéuticos. Nos encontramos en dos territorios separados por una frontera impuesta, Colombia y Panamá. La comunidad de donde pertenezco es Ibgigundiwala, conocida como Caimán Nuevo. Se ubica al noroccidente de Colombia, departamento de Antioquia, municipio de Necoclí, en todo el Golfo de Urabá.

Mientras recorro Ibgigundiwala siento la brisa que llega del mar, que en nuestra cosmovisión conocemos como la abuela, y la humedad nos recuerda que somos hijos de la selva y que labramos la tierra. En ese caminar me encuentro con las Dule Omegan (mujeres Dule), y al verlas comprendo más la importancia de seguir conservando nuestra identidad y nuestra memoria.

Somos sabias y fuertes. Nuestros cabellos son largos y lisos, de ojos negros como la jagua (fruto), y de baja estatura. Las Dule Omegan somos las conocedoras de las molas, nuestro tejido ancestral. Esta es una técnica llamada superposición de capas de telas cosidas entre sí, con la que narramos con hilos, agujas y retazos el universo Gunadule, que se encuentra dividido en diferentes niveles guardados en los “Galus”, lugares sagrados que existen en la tierra.

Los abuelos nos cuentan que a la tierra bajaron hombres “Neles”, líderes espirituales, que intentaron llegar a estos lugares sagrados, pero solo una mujer pudo ingresar y viajar por medio de los sueños a las otras superficies de la tierra y adquirir la sabiduría de la mola. Por esto, el papel de las Dule Omegan es vital y valioso para el pueblo, porque es la protección de la cultura y la sociedad. Por eso decimos que nosotras, las mujeres, siempre nos vestimos como nuestra madre: la madre tierra.

Cinco Dule Omegan que viven en Ibgigundiwala me contaron su sentir de pertenecer a un pueblo sin fronteras, de las molas y del territorio.

Teodonilda Santacruz Álvarez, 43 años.

Cuenta que antes de que llegaran los wagas (gente no indígena), “pasar de un lado a otro de nuestro territorio (Colombia-Panamá) no era tan difícil como ahora, porque en estos tiempos nos piden papeles”, es decir, la cédula. Ella lleva puesta una blusa y una mola que tejió para su protección.

Foto: Pablo Albarenga.

Olmilda Santacruz Álvarez, 47 años.

Relata que los Gunadule de Panamá y Colombia “somos los mismos, no somos diferentes, somos hermanos”. Expresa que no siente que tengan frontera, porque “puedo comunicarme con ellos y puedo ir cuando yo quiera”. Olmilda es cultivadora de plátano, sustento alimentario de las comunidades en Ibgigundiwala (Caimán Nuevo).

Foto: Pablo Albarenga.

Rosiris Uribe Jaramillo, 47 años.

Habla de la mola: “nos fortalece y nos da el espíritu de la mujer Gunadule”. Rosiris se dedica a su hogar y comparte con sus hijos la lengua (Dule Gaya) para preservar su cultura y sus tradiciones.

Foto: Pablo Albarenga.

Mónica Andrea Martínez Uribe, 14 años.

Mis abuelos me cuentan las historias y me recuerdan la importancia del Onmaggednega (reuniones de la comunidad) para fortalecerme como mujer Gunadule”. Mónica se prepara para recibir su Inna Dummadi, la fiesta de la libertad o la gran fiesta, y lleva en su cabellera el dunnuedi (tela roja) que solo lo usan durante la etapa de niña a mujer.

Foto: Pablo Albarenga.

Crimilda González Bolívar, desconoce su edad.

Dice que si llegara a encontrarse con una mujer Gunadule del territorio panameño, “le preguntaría ¿cómo está?, hablaría con ella de sus hijos, de su esposo. Siento que las mujeres de Panamá son mis hermanas, pertenecemos a un mismo pueblo”. Crimilda lleva puesta la mola, que significa protección, identidad y representa a la madre naturaleza.

Foto: Pablo Albarenga.